
La zona se caracteriza por un entorno natural de vegetación (en el desierto), en contacto con una cadena montañosa de los Andes. La idea principal fue diseñar dentro de un lote rural, una capilla privada de una pareja para compartir en soledad. El volumen, lejos de la vivienda preexistente se encuentra aislada e induce a un largo paseo para llegar a ella.
El recorrido continuo dentro de la inmensidad de la trama, invita a la reflexión y la sorpresa, estableciendo una transición de los valores de lo “Profano” de la vida cotidiana a lo “sagrado”, donde la verticalidad es el medio para acercarse a la divinidad.
Más adelante, el agua aparece como un elemento de purificación, el patio ofrece las pausas necesarias para reflexión. La verticalidad de su interior es un intento por alcanzar lo divino. No existe tipológica o simbología referencial, o de carácter religioso, los materiales son mas bien austeros y elementales para vivir la experiencia.
El proyecto se resuelve como un objeto abstracto. Al descubrir su interior, una cruz configura en perspectiva entre la vertical de la puerta abierta y la horizontal de la banca exterior.

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